viernes, 25 de abril de 2014


Erais un algo de los que duelen.
Algo de doble filo, cortante cuando le apetece. Y ella sólo espera el día que vuelvas para decirte que no, que ya es tarde para llenar los otoños de carmín y las ciudades de despedidas. Espera nunca haberte conocido por si pudieras no doler. Olvidar todas las cartas que con los meses dejaste de escribir, cuando vivías con certezas, siendo el único destino, el único camino, la mujer inevitable, la que siempre estaba en el fondo del vaso, de todos los versos, al final de las copas, esa que se creía principio y fin, universo, corazón, apoyo, respaldo, cimiento. Cómo se puede estar tan loco y dejar de recordar todas las huidas hacia su cama, todas las llamadas al jardín de sus entrañas, cuando estaba incluso más infiltrado en su cuerpo de lo que el aire estaría jamás. Cómo puedes olvidarte de eso.

Yo sólo creo en infinitos que se abren, que se desarman, que tienen sed. Es primavera y el frío me cala en los huesos, me destroza, me defiendo y lo único que puede rematarme es la canción nocturna, un poco de cafeína, los apuntes, y un "tal vez te acuerdes de mí...''